lunes, 16 de febrero de 2009

Psicoanálisis y Poesía: EL SACRIFICIO (Germán Pardo García. Colombia, 1902)


Obra: El rapto de las hijas de Leucipo (1616). Autor: Rubens.

Es este el sacrificio:
amar; oír las voces
de los amados seres
que habitan en nosotros.
Sentir cómo se mueven
con un rumor inmenso
de mares y de bosques.
Mirar sus ojos claros
y sus cabellos puros.
Tocar los mismos árboles
y ver cómo se esconden
idénticos crepúsculos
en almas paralelas.
Saber que si una tarde
divina los hallamos,
seremos de su sombra
las lámparas de bronce.

Oír que nos imploran:
escúchanos y síguenos.
Por nuestra sangre corre
magnífica la vida.
Somos la misma vida.
Nuestro calor es llama
de cumbres y de soles.
La tierra es una imagen
de nuestra semejanza.
Las cosas florecieron
como nuestra virtud.
El musgo de las piedras
cayó de nuestro sueño,
y el agua de los ríos
descansa en nuestro amor.

Y, sin embargo, firmes
en nuestro sacrificio,
cerrar a cal y canto
los ojos y los tímpanos.
No oír jamás las voces
de los amados seres
que habitan en nosotros,
ni ver cómo se mueven
con un rumor inmenso
de mares y de bosques.
Saber que no seremos
el polvo de sus plantas;
la sal de su amargura
ni el goce de sus goces.

Cerrar a cal y canto
los ojos y los tímpanos.
Dejar en nuestro pecho
las manos, cual cerrojos
que guardan un abismo,
y atar a nuestros labios
las iras y las voces.
Bajar hasta unas lágrimas
por un camino lleno
de azules amapolas.
Llevar sobre las sienes
el signo de los mártires.
Beber de unos dorados
esteros que no existen.
Vestir aquella túnica
de la creciente nube.
Y así, con un silencio
de estrellas y de símbolos,
por diáfanas mesetas
y montes de zafiro,
andar hacia las cúpulas
de nuestra claridad,
que están brillando, inmóviles.

martes, 10 de febrero de 2009

Psicoanálisis para todos. Cámara Oculta. Menassa: "Embarazada"

¿Aún no te has decido? Tú también puedes psicoanalizarte.

Historias secretas de musas, putas y otras damas. Juan Jacobo Bajarlía (Argentina, 1914)


Autora: Tamara de Lempika. Obra: La belle Rafaelo


ANA BOLENA

La reina adúltera que perdió la cabeza por los músicos

Segunda esposa de Enrique VIII, Ana Bolena fue decapitada por orden de éste en 1536. La reina tenía 29 años y mantenía relaciones adúlteras con tres músicos de la corte. He aquí la confesión de Marcos, ante uno de los ministros del rey, según lo consigna el español Cristóbal Lozano en el siglo XVII:

“Digo, señor, que estando la reina un día acostada en su cama (...) me mandó que me acercase a ella. Llegué hincando la rodilla junto al lecho, y declaróme su voluntad y aficción. Y esperando ocasión de que el rey se ausentase de la corte, su criada Margarita me llamó una noche. Encerróme en su retrete, y a la hora del silencio, cuando ya todas las demás estaban recogidas, me sacó de allí y me llevó hasta la cama de la reina. Confieso, pues, que entonces, y otras muchas noches, con la misma traza, he ofendido con ella a mi rey, y que merezco el castigo. Nores y Briunton, según cosas que he visto, no están libres de pecado. De esto han manado mis bizarrías, las joyas y dineros. Conque he dicho cuanto pasa”.

Marcos, los otros dos músicos y Margarita también fueron ejecutados. Oros historiadores dirán algo distinto. Lozano lo refirió así y describió una reina impúdica y adúltera. Pero Araäljib, en su enigmático Infolio XIII, recordó que Enrique VIII era sifilítico y protector de un grupo de prostitutas con las que tenía acceso carnal, según lo afirmara mucho después Lo Duca. ¿Cómo, entonces, no le iba a ser infiel Ana Bolena? El sexo también crea el poder y mueve sus monstruos.

martes, 3 de febrero de 2009

"Fin de los trabajos de Heracles" de GERMÁN PARDO GARCÍA dedicado a VICENTE ALEIXANDRE leído por MENASSA

Grandes Poetas. Vicente Aleixandre (España, 1889).

LA FRONTERA

Si miro tus ojos,
si acerco a tus ojos los míos,
¡oh, cómo leo en ellos retratado todo el pensamiento de mi
[soledad!
Ah, mi desconocida amante a quien día a día estrecho en los
[brazos.
Cuán delicadamente beso despacio, despacísimo,
secretamente
[en tu piel
la delicada frontera que de mí te separa.
Piel preciosa, tibia, presentemente dulce, invisiblemente
[cerrada
que tiene la contextura suave, el color, la entrega de la fina
[magnolia.
Su mismo perfume, que parece decir: "Tuya soy, heme
[entregada al ser que adoro
como una hoja leve, apenas resistente, toda aroma bajo sus
[labios frescos".
Pero no. Yo la beso, a tu piel, finísima, sutil, casi irreal bajo el
[rozar de mi boca,
y te siento del otro lado, inasible, imposible, rehusada,
detrás de tu frontera preciosa, de tu mágica piel inviolable,
separada de mí por tu superficie delicada, por tu severa
[magnolia
cuerpo encerrado débilmente en perfume
que me enloque de distancia y que, envuelto rigurosamente,
[como una diosa de mí te aparta, bajo mis labios mortales.
Déjame entonces con mi beso recorrer la secreta cárcel de mi
[vivir,
piel pálida y olorosa, carnalidad de flor, ramo o perfume,
suave carnación que delicadamente te niega,
mientras cierro los ojos, en la tarde extinguiéndose,
ebrio de tus aromas remotos, inalcanzables,
dueño de ese pétalo entero que tu esencia me niega.